NaN-tic 30 mar 2022
Seguro que alguna vez has oído la frase «la información es poder» y así es, pero no basta con obtener la información, hay que escogerla, entenderla, relacionarla, en resumen, gestionarla eficientemente. El mundo de hoy está más interconectado que nunca, la red de redes, la Internet, permite el acceso universal y la compartición de una ingente cantidad de información. Si bien, en principio, los datos libres empoderan a las personas, solo aportan este beneficio si somos capaces de gestionarlos adecuadamente; de lo contrario, esta ingente cantidad de datos sin arquitectura ni calidad es fácilmente todo lo contrario al empoderamiento.
Precisamente en beneficio de la arquitectura y la calidad de los datos se desarrollan tecnologías en todo el mundo. Proyectos y tecnologías que, además de mejorar la gestión y calidad de los datos, contribuyen a la buena salud del medio ambiente, favorecen la liberación del conocimiento y el intercambio de ideas que propican la innovación. La sostenibilidad depende y se ve afectada por este fluir de datos en la Internet.
El Dr. Joan Masó (Doctor en Geografía, Máster en Física y Máster en Ingeniería Electrónica en la UAB) es investigador principal del grupo de investigación en interoperabilidad geoespacial y teledetección del CREAF (Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones forestales). Co-creador y desarrollador de software de MiraMon (un Sistema de Información Geográfica y software de teledetección que permite la visualización, consulta, edición y análisis tanto de datos rasterizados, o sea imágenes formadas por píxeles, provenientes de satélites, como de datos topográficos en formato vectorial, así como su creación). También es miembro activo del Comité Técnico del Open Geospatial Consortium (OGC) comunidad que crea estándares geoespaciales gratuitos y disponibles públicamente que hacen posibles nuevas tecnologías. Colaborador del Barcelona Supercomputing Center (BSC). Miembro activo del Group on Earth Observations, involucrado con la observación de los datos para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Finalmente, participa en el proyecto Cos4Cloud. Este proyecto nace en 2019 porque uno de los mayores retos de la ciéncia ciudadana es la calidad de los datos, así como el mantenimiento de los observatorios ciudadanos donde se recopilan estos datos, por todo ello Cos4Cloud desarrolla 10 servicios tecnológicos para mejorar las plataformas científicas ciudadanas.
Sólo para datos geospaciales, debe haber alrededor de cien estándares diferentes para gestión de datos. Algunos se preocupan de describir formatos de datos (como el GeoTIFF), otros de que los datos se puedan encontrar (como el OpenSearch), otros definen protocolos de datos para intercambiar parte de la información que se necesita para crear una visualización (como la Web Map Tile Service del que soy uno de los autores) y también los hay que definen cómo medir y cuantificar la calidad y las incertidumbres que afectan a los datos (como la ISO 19157). La idea es siempre la misma: garantizar que un trabajo se haga de manera conocida para que pueda ser intercambiada o comunicada. Es la misma idea que hay detrás de los enchufes como el USB o el conectorio europeo de electricidad: funcionan en todos los enchufes porque son estándar.
Para garantizar la sostenibilidad del planeta nos hace falta una visión global. Esta visión la proporcionan los satélites de teledetección como la serie Sentinel de la agencia europea del espacio. Para un territorio pequeño, como por ejemplo Cataluña, todavía es posible descargar los datos y procesarlos en un ordenador. Pero para realizar estudios globales solo podemos hacerlo en la nube. El Google Earth Engine es un ejemplo de nube que tiene mucha información de teledetección bien organizada y proporciona herramientas de análisis. Una vez definido el tipo de estudio que se quiere hacer, se puede ejecutar dentro de la nube a escala global.
Hay muchas cosas de las que podríamos hablar. El primer problema es animar a la gente en el problema que quieres estudiar. Hay actividades, como la observación de la biodiversidad o la clasificación de galaxias por formas, que resultan atractivas a mucha gente. Solo hay que conectar con ellos, y hacerlo muy fácil y un poco divertido. Seguramente necesitaremos una app muy clara y un sistema fiable. Pero eso no es todo porque habrá que agradecer y cuidar al ciudadano para que se sienta recompensado y vuelva a participar o anime a otras personas a contribuir. Pero la recogida de datos no lo es todo. Debe haber un objetivo detrás que los participantes compartan, como la defensa del medio natural, la influencia sobre los poderes establecidos o quizás el progreso del conocimiento o de la sociedad.
Supongo que hay tantas cosas que podríamos hacer que resulta complicado dar un ejemplo. Personalmente creo que estamos desaprovechando el conocimiento que los ciudadanos podrían recoger sobre sus propias pautas de consumo, sin invadir la privacidad de nadie, seguramente descubriríamos dónde poner nuestras prioridades. Y si pudieran dar a cada ciudadano una manera de determinar su impacto y recetas personalizadas de cómo reducirlo... Imagina un sistema similar al GPS del móvil que, en lugar de darnos la ruta más rápida, nos diera siempre la solución más óptima para reducir nuestro impacto en cualquiera de nuestras actividades; sin publicidad ni influencias de lobbies: sólo a partir de un análisis riguroso de los datos.
¿Sabes qué pasa? Que si hablamos de ciencia ciudadana, la gente se piensa que eso es gratis y no es verdad. Por las razones que he expuesto antes, se necesita un equipo de personas trabajando constantemente para que los sistemas que mantienen unidos los ciudadanos funcionen y cuidando a cada uno de los participantes. Afortunadamente, la Comisión Europea cree en la participación ciudadana como un vehículo para demostrar que las inversiones en proyectos científicos no dejan a nadie atrás y nos estimula a buscar nuevas vías. Acaba de comenzar un proyecto europeo llamado ILIAD que quiere hacer un gemelo digital de los océanos y tiene una rama de ciencia ciudadana en la que participamos. También queremos seguir estudiando los cambios en los ritmos de la naturaleza a partir de un tándem que hemos establecido entre los datos de teledetección que miran los ciclos de la vegetación desde lejos, y los observadores ciudadanos que pisan el territorio y nos envían fotografías del momento de floración de los árboles o cuando pierden las hojas (ritmenatura.cat).